Monday, September 10, 2012

NEGOCIANDO UNILATERALMENTE



Formato del Futuro…

Egidio Lujan Nava

El país, mejor dicho, los gobernados venezolanos todavía no conocen los términos de todo lo que negoció el gobierno nacional durante seis años  para, finalmente, lograr que Venezuela pasara a formar parte del Mercosur. Es secreto de Estado.

Los administrados venezolanos, asimismo, desconocen las condiciones políticas y jurídicas que, repentinamente, por la ausencia accidental de Paraguay, hicieron posible que Venezuela pasara a ser socio de pleno derecho de dicho Mercado. Es otro secreto de Estado.

El Jefe de Estado, inclusive, cuando se produjo en julio pasado la bendición final al ingreso de parte de los gobiernos de Brasil, Uruguay y Argentina, lo celebró como una victoria política. Lo jurídico y lo económico, entonces, pasaron a ser en ese momento de la euforia gubernamental, platos de segunda mesa. ¿Por qué?. Otro secreto de Estado.

Bueno, también son secretos de Estado las negociaciones ¿económicas?, ¿políticas? con Cuba, China, Rusia, Irán, Bielorusia, Libia, Siria, entre otros. Y que, siendo secretas, cada una lleva implícitos compromisos anónimos para el resto de los venezolanos ajenos a quienes, en nombre de Venezuela y de los venezolanos, se han sentido en libertad de construir relaciones y crear obligaciones. Pero, además, a partir de una tropicalísima concepción de la relación diplomática suscrita entre palmeras y cocoteros -además de apuntaladas por las bondades de un rentismo petrolero del que se reniega sólo en discursos concebidos para ocasiones excepcionales- , darle puesto, voz y –quizás- voto al país, en el complicado ajedrez político internacional.
 
Mientras que en el suelo de la nación con las vías públicas destruidas, de los barcos haciendo colas ante los puertos para descargar de todo, la inseguridad reinando contra bienes y la vida de ciudadanos honestos,  y el empleo digno veraneando entre las encuestas del INE, se insiste en clamar por una versión cierta, seria, auténtica de lo que, para variar, hoy está negociando secretamente el gobierno venezolano, para incorporarse económica, social y culturalmente al Mercosur.

Sobre el tema, en una repentina descripción de detalles genéricos difundidos por un prestigioso medio de comunicación social nacional, la ministra de Comercio, Edmee Betancourt, adelantó que el año en curso concluirá con un cuadro completo de 10.031 códigos arancelarios, luego de las dos reuniones en las que se formalizará (¿otra?) la negociación venezolana para la incorporación al Mercado del Sur, y con la que dentro de cuatro años se sabrá, finalmente, en qué se traducirá eso de estar adentro, cuánto le representará a Venezuela y en qué es que el país se favorecerá. ¿Sólo en la importación de alimentos baratos, como lo afirmó el ministro de Industrias, Ricardo Menéndez?.

La valiosa información fue ofrecida por la ministra mientras aseguraba, por otra parte, que la integración con Mercosur no es nueva, que no es un invento del gobierno al que ella pertenece. Porque siendo Presidente Rafael Caldera, en 1994 se iniciaron conversaciones entre los bloques de la Comunidad Andina de Naciones y dicho Mercado, con la participación  de una gran cantidad de grupos económicos y empresarios “ante la oportunidad que en aquel entonces se mostraba como una de las grandes salidas para la economía venezolana”.

¿Y quiénes invitaron, entonces, a esos grupos económicos y empresarios que se dieron cita en dichas conversaciones?. ¿Por qué los gobiernos de entonces creyeron en que la participación de los representantes del capital privado era necesaria?.¿Por qué considera el gobierno venezolano actual que hoy no son necesarios?.
 
Lo cierto es que, una vez más, a partir de dichos anuncios ministeriales, es evidente que, también en las negociaciones arancelarias, a las reuniones con los representantes de los países socios del Mercosur, Venezuela ha estado asistiendo bajo su unilateral enfoque de que se trata de otro secreto de Estado. Los empresarios venezolanos sólo se han enterado por lo que han difundido algunos medios, de lo que ha estado sucediendo en estas “negociaciones”. No fueron invitados. A ellos, se les llama a promover inversiones “mixtas” con empresas públicas. Pero hasta allí.  Sabrán de qué se trata cuando lo lean en la Gaceta 0ficial, o se lo comuniquen informalmente sus colegas de los países socios.

Es, en verdad, es otra variable del secretismo y misterio que ayer rodeó la redacción del contenido de la Ley 0rgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras, como la de la actual Ley del Turismo y, como colofón, las investigaciones que se están adelantando para determinar qué fue lo que provocó la reciente explosión en las instalaciones de Amuay, sin olvidar, por supuesto, la lista de etcéteras que forman parte del amplísimo, como inolvidable pasivo político del actual gobierno, asistido, desde luego, por el silencio de la Asamblea Nacional, de la Contraloría General de la República, de la Fiscalía, de la Defensoría del Pueblo, de…de…

Históricamente, los gobiernos han liderado los procesos integradores en el mundo, muchas veces presionados y hasta empujados por las propias exigencias de la incontenible globalización. Pero también históricamente, por  aquello de que en tales procesos lo único efímero es la vigencia de los gobiernos -ya que así lo establecen las normas constitucionales de los pueblos-, es a las empresas, los trabajadores, la academia y las expresiones organizadas de las sociedades en actividades integradoras, a quienes corresponde convertir en hecho real la formalización de la relación suprafronteriza.

Y si es así, ¿a qué se deben tantos misterios y secretos de Estado en las negociaciones integradoras que adelanta el gobierno de Venezuela?. Tampoco dicho gobierno tendrá vida eterna en el país.



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