Monday, August 13, 2012

LAS OBSESIONES Y COMPLEJOS DEL LIBERTADOR II

J. Chaffardet

Las obsesiones de Chávez ponen al descubierto los rasgos más característicos de su personalidad. Cuando uno escucha al Iluminado de Sabaneta observa claramente, en sus gestos y en la entonación de sus palabras, su obsesión de pasar a la historia con frases grandilocuentes y siempre apartadas de la realidad. Por ejemplo, cuando anuncia que Venezuela será una gran potencia militar y agrícola o que él se propone salvar a la humanidad. Solamente a un fabulador compulsivo y delirante se le ocurren semejantes dislates.

A los hechos más insignificantes en que toma parte les atribuye una proyección histórica determinante para el futuro de la humanidad y cuando menos para el futuro de América Latina o de Venezuela. Así, esta semana describió el ingreso Venezuela, coleada, al Mercosur que es una unión aduanera y meramente comercial, como “una victoria de nuestros pueblos” para construir el futuro del continente y alterar la balanza económica y política del mundo. Cada una de estas delirantes declaraciones parecen salidas de la boca de algún hippie de la década de los sesenta bajo la influencia de una sobredosis de LSD.

No hay duda de que Chávez no tiene los pies en la tierra ni vive la realidad. Está alucinando, se siente poderoso, indispensable y predestinado por la Providencia y las ánimas de la Sabana, por lo que su próxima derrota podría causarle un impacto emocional de tal magnitud que terminaría de acabar con lo que le pueda quedar de razón o hasta con su vida. Su obsesión con la figura de Bolívar es harto conocida desde que saltó a la palestra pública como golpista. Esta manía de pretender ser el sucesor de Bolívar, además de ser otra alucinación, podría explicarse por el malsano culto, casi religioso, a la personalidad de tan importante personaje político venezolano. Culto que ha sido estimulado por diferentes movimientos y regímenes a lo largo de nuestra historia, en particular los dictatoriales, para encubrir con un manto de honorabilidad sus desafueros. Un culto perverso que ha llevado a los venezolanos a ver siempre hacia atrás, a vivir del recuerdo de épicas batallas y glorias del pasado, castrando en buena parte de los feligreses del culto bolivariano cualquier visión de futuro, progreso, desarrollo y grandeza nacional.

Piensan que ya alcanzamos la gloria en el pasado, que nada puede ser superior a esa gloria lograda, por supuesto, por Bolívar. Y Chávez quiere compartir con Bolívar las glorias del pasado y hacerse de sus propias glorias, no libertando a ninguna nación ni impulsando la libertad, sino regalando los recursos de la Venezuela del presente e hipotecando la Venezuela del futuro para comprar anémicos apoyos políticos. De allí que haya ordenado preparar su tumba al lado de la de Simón en el nuevo mausoleo, cual Franco en el Valle de los Caídos. Pero será recordado recordado no por las virtudes de su “espada” sino por la largueza de su chequera (dinero de los venezolanos no el suyo propio)

Más curiosa aún es su obsesión pasional con Fidel Castro, que lo ha llevado al extremo de tirarle “besitos volados” y declararlo “nuestro Gran Padre Fidel”. Tal apasionamiento, que va más allá de la simple amistad o admiración, podría tener muchas explicaciones, que van desde una suerte de “atracción fatal” hacia una figura paternal que probablemente no tuvo en su infancia hasta una atracción libidinosa por el hombre fuerte y padrote que encarna Fidel Castro. Es reveladora la “insistente insistencia”, valga la redundancia, de Chávez en llamar la atención de Fidel Castro de cualquier forma. Es rara la oportunidad en que Chávez habla públicamente y que no le envíe saludos a Fidel, o pida vivas para él o le haga comentarios como si éste estuviera presente y con voz quebrada por la emoción y la pasión, lo llama con reverencia “el Gran Padre Fidel”. ¿Cuántas veces el lector lo ha oído decir en cadena “¡Saludos Fidel, seguro que me está viendo!” Y esta actitud de pensar que Fidel está siempre presente, siempre a su lado y si no está a su lado lo está viendo siempre por televisión, no es más que otra alucinación producto de una mente que indudablemente no está sana. Creo que nadie haya oído a Fidel Castro cuando le debía hasta la manera de caminar a la URSS, dirigirse en esos términos sumisos, edulcorados y poco masculinos a ninguno de los líderes soviéticos.

Otra expresión de su adoración por Fidel Castro es su lealtad y admiración por Cuba, a la que llama su “patria grande”, llevada a extremos irracionales como entregar en manos del régimen cubano numerosas instituciones fundamentales de la Nación, desde las sanitarias hasta las fuerzas armadas. Es como una ofrenda o una simbólica entrega de amor a su “Gran Padre”.

Otra razón, difícil de explicar en un lenguaje moderado, es que este pretendido segundo Libertador, a diferencia del primero en quien las damas despertaban un ardiente furor, se apasiona de manera incontenible por los tiranos. Pareciera que esos hombres que abusan del poder y subyugan a sus pueblos, de alguna manera despiertan en él un ardiente furor. Sus “hermanos queridos” son o han sido, Fidel, Ahjmadineyad, Kadafi, Lukaschenko, Assad, Ortega, Putin, Correa, Mugabe, etc. Igualmente, cualquier observador puede haber visto la forma en que los saluda, o saludaba, en sus encuentros: abrazos interminables, apretones, sobadas y miradas que van muchísimo más allá de lo protocolar.

Otro rasgo sobresaliente de su conducta, es el de sentirse y hacerle sentir a los demás que él es un miembro poderoso y respetado de esa especie de logia internacional que constituyen los presidentes y jefes de Estado. Pero no solamente que es un miembro de esa exclusiva logia, sino que además él es “pana burda” de todos sus miembros y en reuniones internacionales, especialmente si son transmitidas por TV, se dirige a esos dignatarios como si hubiera jugado metras con ellos en Sabaneta y se conocieran de toda una vida y se permite la libertad de tutearlos en medio de actos protocolares. Cuántas veces no lo hemos oído decir “… como decía Juan Manuel esta mañana, ¿verdad Juan Manuel?...” o “…como me decía mi querida Cristina…” Quienes lo oyen piensan o que creció con Juan Manuel Santos jugando metras en la “oligárquica” Bogotá o que jugó “papá y mamá” con Cristina Fernández en La Plata, y otros más maliciosos pensaran ¿será que anoche durmió con Juan Manuel … o con Cristina…?

Esa conducta se puede interpretar como una búsqueda de reafirmación y exhibición de su ascenso social: de vendedor de arañitas en Sabaneta de Barinas a miembro del club de presidentes, reyes, príncipes y jefes de Estado. Es una manera muy particular y enfermiza de sentirse igualado con el oligarca Santos, con la astuta Cristina y hasta con el discreto y noble Rey de España. Chávez indudablemente es un ser acomplejado, resentido, que necesita del halago y de la chequera para sentirse admirado y reconocido. Por eso a su lado, y fuera de nuestras fronteras, mantiene a hordas de adulantes que le calientan la oreja y le soban el ego. Nada más placentero para él que eso de que le soben el ego, que lo ayuden a sentirse importante y poderoso, que lo ayuden a olvidar las arañitas y los complejos que le atormentan. Esas sobadas a su ego, como la satisfacción de sus apasionadas obsesiones, le han costado al país miles de millones de dólares repartidos entre sus sobadores en el exterior, los asaltantes del régimen y esa periferia de voracidad insaciable que es la novísima boliburguesía multimillonaria.

Más que un enfermo de cáncer o de cualquier otro mal, ya que nadie sabe exactamente que tiene, Chávez es un enfermo de la mente y del alma: lleno de complejos, de resentimientos, de desviaciones de conducta y de odio. Afortunadamente le queda poco tiempo en el poder: tendremos un presidente que no vive del pasado sino que vive viendo hacia el futuro. Finalmente si Chávez es presidente yo puedo, por lo menos, dármelas de psiquiatra como Maduro se las da de Canciller o Ramírez de experto petrolero. ¿O no?

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